jueves, 24 de marzo de 2011

La muñeca eléctrica de tres caras



En los albores del siglo XX surgen las vanguardias que se basan en el absurdo y la intuición por sobre la razón. En oasis de intrínseca vulnerabilidad decae la razón a los pies de una frondosa palmera, como neófito fruto se gesta el animal que dará vida a nuevas formas de creación. A la cabeza de estos movimientos artísticos e ideológicos nace el Futurismo. El padre o arquitecto que le da vida en 1909 es Filippo Marinetti, un escritor y activista político con ideas muy arraigadas al fascismo, tan es así, que él mismo se refirió al fascismo como la extensión natural del Futurismo. Sin prever cuántas vidas cobraría, cuánta sangre cubriría las páginas de la historia y cuántas bestias serían enjuiciadas por los crímenes de cada mirada obscurecida. La incongruencia de hermanar al fascismo con el Futurismo, no tiene cabida, el fascismo es un retroceso a la creación, su propósito es la destrucción.
Marinetti escribe en sus inicios, una obra teatral llamada “Muñecas eléctricas”, donde por primera vez se escuchó la palabra “robot”. El poeta canta a la dama tecnología. La dama llora en lo más profundo de un cenicero, humo y ceniza se entrelazan, ruedan por las alcantarillas de la inexistencia, de la fe que se pierde en los ojos rabiosos de los roedores que trituran las palabras verdaderas: amor, dignidad y justicia.
La faceta tripartita del fascismo nos presenta tres rostros. Es la bestia que engulle la razón. Los sentidos son harapos que cubren un cuerpo famélico. El tiempo aún no hace estragos en la memoria, ejecuta una danza que derrumbará y descorchará las consciencias. Hay que reescribir la vida con sagacidad para escaparse de la incongruencia y abstracciones que tapizan la vida, la morfología en aumento encarna las vibraciones del futuro. En un cojín con estampados infantiles, descansa una muñeca de tres caras, los rasgos son de un ser fetal. Una cara es risueña, otra enojada y maléfica, y la otra, refleja tristeza. ¿Acaso no es el fascismo una muñeca de tres caras? Es feliz porque se enorgullece de su vigor, de su fuerza; es maléfico porque deteste a los débiles, porque aniquilar, matar es la solución para el progreso de una sociedad “perfecta” desde el punto de vista fascista; y es triste, porque detrás de esas caretas de violencia y en apariencias fuerte, se esconde el temor a enfrentar y convivir con pensamientos diferentes, diversificación de identidades, culturas, tradiciones y colores, que hacen de este planeta un espacio de contrastes, hermoso e interesante. El vocabulario se limita a la nada cuando las sensaciones son el todo.
El Futurismo es un movimiento ideológico y artístico que viene a revolucionar el arte, las costumbres, el lenguaje, entre otros. Surge como un proyecto y crea su propio manifiesto técnico. Sus propuestas son las de desplazar lo natural, para crear la artificialidad. Nos obliga a leer en el pentagrama las cinco líneas que van uniendo los sufrimientos. Si hemos de instalar un chip a nuestro cerebro para amortiguar el dolor a vivir, que sea bienvenida la tecnología. Sin embargo, si el avance va más allá de la oscuridad donde nos plantamos como herejes y enaltecemos el fascismo, llegaremos a una etapa de retroceso y a la era de las cavernas.
El vigor instaura las palabras de los futuristas. El arte es concebido como crueldad, violencia e injusticia, lo podemos apreciar en esta frase de Marinetti: “Matemos al claro de la luna”. La agresividad del futurismo no tiene correlación entre el bien y el mal. El futurismo da brazadas en un mar infestado por escualos, no sabes quién es el más voraz, ambos embisten las olas, mientras el cielo claro y resplandeciente los observa, el mar se torna cada vez más lóbrego y las aguas adquieren tonos rojizos. Cuando la lucha termina, el océano vuelve a la calma, ya no hay rastros de nada, en el fondo del mar, dos cuerpos se sumergen en la arena como mantarrayas. Los seguidores del Futurismo rompen con las academias y los museos, considerándolos de poca trascendencia y utilidad. El anarquismo va a ser el estandarte que porten los futuristas, las únicas reglas a seguir serán los postulados establecidos en el manifiesto, que como robots deberán obedecer ciegamente. Como claro pensamientos fascista, se remarca el desprecio por los débiles y enfermos. Sin duda la ley espartana era venerada por estos vanguardistas.
Dentro del futurismo podemos rescatar como algo positivo de su creación literaria, el pensamiento innovador. En lo que a sintaxis se refiere, menciona la selección de sustantivos al azar, los verbos han de usarse en infinitivo, hay que prescindir de los adjetivos y de los adverbios para evitar detenerse a meditar en los textos, por consiguiente, se suprime la puntuación. Se recomienda no tener prudencia y entre más desordenado el escrito, tendrá más calidad y un mayor apego a los principios futuristas.
Así como una terrible noche tormentosa y fría puede ser maravillosa, Marinetti escribió el más bello poema futurista titulado “Guerra, la única higiene del mundo”. No podemos evitar recordar a Baudelaire con sus geniales cantos embelleciendo lo grotesco de la vida. El Frankestein llamado Futurismo que instaura Marinetti, amolda sus pesadas y ruidosas piezas para erigirse en un momento de la historia y abrir nuevos campos de batalla creacional a las demás vanguardias. Más allá de las penumbras en que los pétalos de las flores cubren al más frágil de sus pistilos, en el firmamento nace una estrella que atisba y no logra iluminar el cielo, apagándose rápidamente, desluce hasta el último quicio del féretro que contiene a un noctámbulo. Tan oscuro como cada brinco en la caída final. Férreo y ámbar cubre sus ancestrales secretos. El futuro y el pasado se aparean en un consenso de hábitos monacales. La cera corre lágrimas en la mesa redonda. El holocausto abandonó su puesto, veinte generaciones caminan en el campo alfombrado de cadáveres. Enterrada en el lodo, una muñeca con tres caras muere con justicia bajo el peso de la dignidad y la igualdad.

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